Jorge Cristians, excelente saxofonista argentino, fue mi primer roomate cuando ambos tocábamos con Tania Libertad.
En esas épocas yo apenas cumplía mi mayoría de edad en un entorno casi gremial donde los músicos veteranos (fueran o no talentosos), tenían una actitud de dinosaurios, y los jóvenes inexpertos eramos carne de cañón para ellos. En aquellos tiempos, la amistad de Jorge me ayudó a entender que eso no era más que un proceso.
Como casi siempre pasa, después de las giras con Tania, Jorge y yo coincidimos con muchos otros artistas. Nos ibamos volviendo más viejos, pero la sencillez de Jorge nunca disminuyó.
Esta semana me llegó un sobre que Evangelina Elizondo me mandó con unos cds en donde he participado grabando con ella. Entre todos los discos que me envió, llegó uno que fue el último disco que grabó Jorge Cristians antes de su muerte.
Escuchar el sonido de su sax me trajo recuerdos, nostalgia y gratitud. Gratitud no solo por lo que Jorge nos regaló en vida, sino por la nota preciosa que Evangelina le dedica en el disco.
