Del último concierto de la gira


Para cerrar con su El Hubiera No Existe Tour, Carlos Rivera hizo por tercera vez el Teatro Metropolitan. Las entradas del concierto estuvieron agotadas desde tres semanas antes, así que como siempre, las Riveristas se encargaron de ponerle enjundia al show.
 Mucha suerte a Carlos en el montaje del Rey León, y gracias a todos, desde el manager hasta el percussion tech. Como siempre digo, y siempre pasa; Ahi rodando volveremos a encontrarnos.

Frecuencias

   Hace ya muchos años, en un soundcheck con Rocío Banquells, el ingeniero de monitores estaba mandándome el regreso de mis tambores. Yo me sentí muy incómodo con el sonido, porque las congas sonaban como botes. Se lo comenté al ingeniero y me contestó de muy mala gana “ok, qué quieres entonces?”. Yo no sabía qué contestar, lo único que sabía es que el sonido del tambor sonaba raro, poco natural. Como no sabía qué contestar, le dije: “Esque mira, ven, acércate al tambor y escúchalo así, sin los micrófonos. Cuando escucho los tambores por mi monitor, yo no escucho ese sonido natural, escucho otras frecuencias”.

   El ingeniero me contestó “frecuencias? Ahora resulta que los músicos saben de frecuencias”. Y se fue a su consola a tratar de arreglarlo. Nunca sonó, pero tampoco me quedaron ganas de seguir pidiéndole, y así me aventé el show.

   Pese a que el ingeniero fue Bien Pinche Majadero, en el fondo tenía razón, pues cuando me preguntó qué era lo que necesitaba, yo no supe qué contestarle. Y eso me impulsó a aprender detalles desde cómo colocar bien un micro (que a menudo quienes los colocan son los jalacables y no los ingenieros), hasta las frecuencias que afectan el sonido de mi tianguis.

   Por eso, quiero agradecer al ingeniero Juan Gabriel Fernández, porque pese a que su influencia en esta historia haya sido completamente involuntaria, de no haber sido por su respuesta y lo frustrado que me sentí, yo jamás hubiera aprendido de frecuencias y ecualización; y en una de esas tampoco hubiera sabido apreciar todo lo que los ingenieros hacen (y en su caso lo que no hacen también) por nosotros.

   Por fortuna, muchos años después pude agradecerle personalmente a Juan por eso. Así que esta historia ya la conoce de mi propia boca.